sábado, septiembre 30, 2023

Hinsides Vrede

Todos los días despierto siendo una persona y me voy a dormir siendo otra. Afectada por todas las experiencias del día.

Con el paso del tiempo he cambiado tanto que a veces no me reconozco y otras siento que he sido todas las personas del mundo.

Esta mañana desperté siendo yo, pero después de las 12 no he vuelto a serlo. Me atraviesan sentimientos como dagas por todo el cuerpo. Tu sonrisa. Pensamientos como si mi cabeza fuera Reforma en Viernes de quincena a las 6 de la tarde. Las manos como semáforos tratando de ordenar palabras lo mejor que pueden. Los ojos como nubes negras que amenazan al tráfico unos minutos antes de colapsar. Y el corazón, el corazón estrellado contra la Diana de tus ojos desde hace horas, provocando todo este embotellamiento.

Siento que no volveré a ser mi yo de esta mañana. Ni de ayer, y mucho menos de hace 3 días. Pero esta tarde seré otra, y mañana descubriré que puedo también ser otra y me veré obligada a dejar de ser lo que ayer y hoy fui, y para el miércoles probablemente estaré más lejos que nunca del yo que fui el 31 de agosto. Y tengo miedo de afrontarlo. Tengo miedo de cambiar tanto. De estrellarme otra vez contra ti. Y de la cicatriz que me va a dejar ese choque.

miércoles, diciembre 22, 2021

Bad weather

And I hope I don’t ever have to explain why I put a whirlwind emoji next to your name on my notes.

Not even to you.

viernes, julio 23, 2021

Ojos de cielo

 Estaba pensando que cuando lloro, lloro por todo lo que no pude hacer y tengo miedo de no poder hacer, y por todo lo que me arrepiento.

Como cuando pasé no se cuantas noches llorando en silencio porque solo me queda una abuelita viva, y no quiero que se muera nunca, porque entonces será el fin de una era, se irán todos los recuerdos que no conocemos, desaparecerá la memoria de gente y momentos que tuvo en su vida, los días con ella que no recuerdo, las cosas que solo ella hacía, desaparecerá la última persona que iba a estar ahí cuando mis papas no estaban.

Y lloro más. Y entonces recuerdo que estoy llorando porque ya tampoco están los demás, y no pude despedirme, porque escogí una vida lejos de todo, porque siempre quise volar, conocer más, pero en realidad nunca acabé de conocer lo que más quiero. Y tampoco nunca acabaré de conocer todo.

Lloro porque quisiera volver atrás, y platicar con cada uno, saber cuáles eran sus pasiones, qué les gustaba hacer cuando eran jóvenes, y qué es lo que nunca pudieron hacer y se arrepienten, si creen que la vida fue justa, difícil, si les quitó algo o alguien a quien quisieran tanto, qué les hubiera gustado hacer antes de morir, cuál es la persona a la que nunca pudieron olvidar, cuantas noches lloraron en silencio y porqué, si escribieron cartas y a qué le tenían miedo, si tenían un gran amor y qué les hacía sentir.

Y ahora que lo escribo, me doy cuenta que de cada uno tengo recuerdos vagos, muy vagos hablando de algo que recordaban, algo que les gustaba contar, riendo, con la vista ida en sus recuerdos.

Hoy estoy escribiendo esto, porque sé que aunque talvez nunca les vuelva a ver, hoy sentí que Velia estaba conmigo y me sonrió, sentí sus ojos de cielo que daban tanta paz, ese guiño que me hacía con la sonrisa cuando estaba a punto de hacer lo que las abuelitas buenas hacen. Vino de la nada, entre pensamientos de cotidianidades absurdas y planes. Y me sentí feliz y agradecida en un momento absurdo a la orilla de la cama. 

En la última oportunidad que tuve de platicar con ella, mucho antes de que se fuera, en uno de sus buenos momentos de lucidez, supimos que nunca nos íbamos a olvidar una de la otra, y hoy lo comprobé.

Y aquí estoy escribiendo para nunca olvidar.


jueves, junio 17, 2021

Todo lo que ya no siento

Que ganas de escribir.
Que ganas de volver a tener 21; de estar súper confusa, de no saber quien soy. Que ganas de bailar en tachas hasta que se abra el techo y me explote el pecho.

Que ganas de

De descubrir música nueva que me recuerde momentos. De pasarnos música a los iPods. De salir a escondidas a las 2 de la mañana a platicar en un coche. Que ganas de volver a sentir algo por primera vez. Que ganas de decir te quiero.

Que ganas de tener ese corte de pelo otra vez. Que ganas de dejar de sentir miedo. Que ganas de ver el mar cada fin de semana. 

Que ganas de que no hayan culpas. Que ganas de disfrutar. Que ganas de tener que hacer pipí en un parque un domingo a las 11 de la noche después de intentar jugar basket. Que ganas de que no hayan días de confusión. 

Que ganas de meterse a la alberca con ropa después de jugar 21. De fajar con ropa y ser solo bocas.

Que ganas de que no me importe nada, que ganas de llorar a veces y lavarme todo lo que ya no siento. Que ganas de ser tan libre. Que ganas de olvidar, a veces.

Que ganas tengo de todo. Que ganas tengo de ser alguien más. Que ganas de gritar mil cosas al viento. De escribir.

Que ganas de escribir todo lo que ya no siento.

domingo, febrero 16, 2020

Que payasa te has vuelto

Ojalá nunca te hubiera mandado ese mensaje de texto diciéndote que mis piernas te extrañaban, y tú nunca me hubieras contado que pasaste la tarde en una iglesia tomando fotos y pensando en mi.

Ojalá nunca hubieras sido honesto y ojalá yo nunca hubiera creído todas tus mentiras.

Ojalá nunca te hubiera besado con los labios húmedos en ácido. No quería tu viaje. No quería un nuevo mundo. Nunca te pedí un tercer ojo y mucho menos que enterraras lo mejor de mi.

No te extraño, no te pienso, te llevo conmigo como un recuerdo de cómo mi vida se transformó;
pero tampoco es tu culpa, eres de 1979, no puedes aspirar a cambiarle la vida a alguien después de que aspiraste todas las drogas de la ciudad.


domingo, octubre 13, 2019

Oscuridad

A veces eran las 3, 4 de la mañana y me despertaba llorando.
Ni siquiera recuerdo si había dormido o me pasaba esas horas en vela, mirando al techo, dando vueltas en la cama, llorando en silencio.
A veces evitaba llorar teniendo sexo, pero a veces eso solo retrasaba el llanto y lo ahogaba más.
Colapsaba de noche y seguía construyendo muros, sobre los que estaban a punto de caerse, durante el día.
Escondía las sacudidas de mi cuerpo entre las sábanas. Me quedaba dormida de cansancio.
Siempre me preguntaba como podía llorar tanto y seguir teniendo agua en mi cuerpo.
Fuerza para levantarme.
Creo que nunca había llorado tanto de la nada. Creo que nunca había sentido tanto. O tal vez siempre he sentido demasiado.
Nunca he podido dejar de tener la oscuridad tan cerca, y es hasta hace poco que he aprendido a convivir con ella. Pero es en días como hoy cuando me abraza a plena luz que encuentro muy difícil todo, muy ajeno a mi.
Y me vuelvo distante, y me trago las palabras, y las escupo a cada una acompañada de un escalofrío, de una sensación de soledad infinita, de sin sentido.
Y todo lo que me rodea lo siento a kilómetros de mi, y el aire se vuelve caliente y espeso.
Y tu te vuelves alguien a quien en realidad no conozco, y yo me vuelvo esto que en realidad siempre he sido.




sábado, agosto 10, 2019

Cuesta


A mi la vida me enseñó a la mala lo que no quise aprender desde niña. Todo era mas fácil queriendo confiar en todos. Creyendo que la gente era buena. La vida me dio una lección fácil a los 5 años y no quise aprender.

Tiempo después, y mucho, no me pude saltar la clase, la tuve que tomar de principio a fin y pues a la mala se aprende, o se aprende.

Un día leí que las células del cuerpo se regeneran cada 7 años, y aunque tal vez el 7 es un mito, me hace estar mas tranquila.

Cuando la vida te tiene que enseñar algo, y no lo quieres entender, te lo va a poner una, y otra, y otra vez, hasta que pases decentemente o te vas al extraordinario. Creo que lo mío fue extraordinario.

Siempre he tenido el desapego a flor de piel, excepto con una ser a la vez. Siempre me cuesta y siempre me acompaña la sombra de alguien al siguiente nivel, que eventualmente abandono.

He aprendido ya que no puedes confiar en nadie. Ni tienes que. Pero principalmente no debes. No puedes confiarle tu ser a nadie. Darle la oportunidad de hacerte añicos por un error, por decisión, por inmadurez, o por la razón que sea. Y tarde o temprano esa oportunidad les llega.

Pero al final uno acaba confiando siempre, o al menos tratando de confiar en alguien, como si fuera el ultimo recurso para salvarte a ti mismo, de tu mente.